El Conejo del Bosque. Horror en el camino.


No tendría yo más de 10 años en esa época. Vivía en un pequeño pueblo aún en progreso, un pueblo cercano al bosque (cual me reservaré el nombre…por seguirdad) y al mar.

Siempre salía a jugar con mis amigos a las escondidas, saliamos a simplemente pasear y de vez en cuando íbamos con nuestros padres al bosque a merendar, y a veces los adultos se ponían borrachos con licor local.

Ok.. Me siento algo incómodo al contar esto, como veras he estado tratando de evadir el tema en mis últimas líneas de arriba…pero es que es tan…no sé. Es una sensación llena de miedo, terror, y sobretodo llena de cosas bizarras.

Mi padre era un experto cazador de venados, y un día decidió llevar a mi primo a cazar y enseñarle  la técnica de caza. Cuando llegó la 1pm, él y mi primo partieron al bosque con un par de rifles y suficiente munición para tirar a toda una manada.

El reloj viejo que teníamos estaban por marcar las 8pm y mi padre (tanto como mi primo) no llegaba. A mi madre le extraño un poco esto, pues solian llegar antes de que oscureciera ya que se escondía el camino entre la maleza.
No le tomo demasiada importancia. ”Han de estar cargando con algún venado enorme”. Eso se repetía a si misma.

Al cabo de un rato, mi mamá me metió a la cama, y me dio las buenas noches. Cuando ella salió de mi habitación, justo en ese exacto momento, alguien golpeó fuertemente la puerta de nuestra casa. 3 veces. Junto con un grito que estoy seguro se escucho en todo el lugar.

”¡¡María!!¡¡ María!!”
Mi madre estoy seguro que estuvo a punto de desfallecer del susto ahí mismo, pero sé que identifico la voz de mi padre y eso evitó el golpe al suelo. Me levanté de mi cama y me asomé por un borde de la puerta, donde vi como mi madre en un apuro abría rápidamente la puerta, y mi padre entró.

Su camisa preferida estaba llena de manchas de sangre, parecían recientes pero no pude observar alguna herida en el. En la mano izquierda cargaba un rifle doblado por la mitad, como si hubieran formado una ”L” con el. Y en su mano derecha tenia fuertemente agarrado lo que parecía un pedazo de piel.

”¿¡Qué pasó¡?¿Dónde está Damián¡?”

”Esa cosa!! Esa cosa lo tomó¡¡”

Para ese momento mi padre soltó el arma, y vio su mano derecha. Podría decir que no se había percatado de que estaba sosteniendo, pues cuando vio el dedo lo tiro al suelo y se quedó callado. Mi madre estaba entrando en un estado algo raro. Es como si sabes que están paralizados de terror, pero a la vez se mantienen calmados, nunca lo había visto ni lo volví a ver en toda mi vida.

Mientras esto ocurría, el frente de nuestra casa ya estaba lleno de los pueblerinos que estaban curiosos, y la mayoría de ellos escucharon todo.
De entre los probables 20 hombres que estaban en el lugar, rápidamente 10 se apuntaron para ir en busca de mi pobre primo, y aunque sabían que era una búsqueda inútil que probablemente arriesga sus vidas, todos acordaron ir.
Ahora, hubo una discusión si era preferible ir esa misma noche, o esperar al primer rayo del sol. Haré esto lo mas breve posible.. Incluidos mis 2 padres, los que iban al bosque en ese momento eran 6 personas, bueno, sin incluirme a mi, que me escabullí y cuando los adultos se dieron cuenta ya estábamos dentro del bosque. No podían arriesgarse a llevarme de vuelta.
No paso mucho que mi padre empezó a balbucear algo, entre lágrimas. Fue cuando vimos el rastro de sangre. El bosque oscuro se tornó amenazante, la brisa del viento soltó un susurro y los árboles se tornaron en testigos del terror.

Con el miedo impreso en las caras de todos, seguimos el rastro de la sangre, y nadie se atrevió a preguntar que había pasado, porque en el fondo se lo imaginaban. Oh… pero nunca se imaginaron de qué forma pasó.

El rastro aún fresco nos llevó a descubrir el rifle de mi primo junto con su gorra favorita, no hubo comentarios, solo un silencio profundo, casi tangible. Al final, la sangre dejo de formar un camino. Uno de los cazadores preguntó:
”Y… ¿Ahora qué?”
”Yo creo que tenemos que seguir derecho…” Mi madre era la más asustada, se podía ver.

Al cabo decidieron ir aún más adelante, y sé que todos sentían el peligro. Se consolaban con frases cómo ”Los malditos osos lo hicieron” ”No puede ser más que un animal”

Estaban tan equivocados, y a la vez en lo correcto.

Al cabo de algunos minutos pudimos vislumbrar una antorcha prendida, en un claro del bosque y se podía ver una pequeña casa, que seguro había quedado sin terminar. A medida que nos acercábamos vimos algo colgando de una rama del árbol. Era mi primo… O lo que quedaba de él.

Junto a su cadáver vimos a un hombre. Un hombre vestido de traje que estaba prendiendo una fogata a un lado. Viéndolo de lejos no pudimos apreciarle bien.
Mi madre y yo nos hicimos hacia atrás y los hombres con armas corrieron hacia el hombre y entre maldiciones y gritos todos dispararon contra él a una distancia considerable.

El cuerpo calló al suelo. La antorcha fungía de un toque macabro a todo. Solo pude ver de lejos como los pueblerinos se alejaban con pánico del cadáver.
Todo fue muy rápido. El hombre al que habían disparado se levantó y empezó a perseguir a los cazadores, logrando atrapar a uno de ellos y rompiéndole el cuello en el acto.

Ahí fue cuando lo vi bien.

El no era un hombre. Era un.. bueno, no sé. Solo sé que no era humano, pues tenía el cuerpo de persona y una cabeza de conejo al cual le faltaba un pedazo de piel de una oreja.

Mi padre había sido de los últimos en correr y tropezó. Esa cosa fue hacia él y en la desesperación mi madre corrió a levantarlo, dejándome a mí con instrucción de esconderme lo más lejos posible.

Era una carrera contra el tiempo. Por un lado mi madre corría hacia mi padre para ayudarle y eso para matarlo. Mi padre se levantó desesperado y fue tacleado fuertemente por la espalda, tumbándolo de nuevo.

Eso tomó a mi madre, quien no alcanzó a frenar y la golpeó fuertemente en la cabeza. Mi papá solo gritaba de dolor ”Mi columna!! oh dios!!!”
Eso pisó fuertemente la cabeza de lo que una vez fue mi padre y este se calló por completo, tomo a mi madre y la llevó arrastrando en un charco de sangre hacia la cabaña del bosque.
Y yo sólo Observe.
Este texto fue encontrado escrito en la pared del cuarto del señor Ogden Welbenton, de 73 años de edad.
Junto al texto fue encontrado el cadáver del occiso, y en su mano izquierda sostenía un pedazo de piel identificado como de una especie silvestre de conejo.

25/01/2008