– ¡Estás muy enfermo, maestro! ¿No tienes nada que decir a tu discípulo?
– ¿Mi lengua aún esta ahí?
– ¿Mis dientes están ahí?, preguntó el anciano.
– ¡No!, replicó Lao Tsé.
– ¿Y sabes por qué?, preguntó Chang Chuang.
– ¿No será que la lengua dura más tiempo por ser más blanda? ¿Y que los dientes, por ser duros, por ser rígidos, se caen antes?, contestó Lao Tsé.
– ¡Sin duda!, dijo Chang Chuang – acabas de resumir todos los principios relativos al mundo... ¡No necesitas más mis enseñanzas!
Fuente: autor Liu Hsiang